Circula por las redes un video de EPN en el que habla de la
Coca Cola, e incluso acepta que él la toma a diario en su versión light. De
inmediato todos se flagelaron y decían “que qué barbaridad, cómo es posible…”
en fin, que ni a Libertad Lamarque le salían tan bien esos dramas. Ignoro si es
temporada de castings en Televisa, o el por qué de esa reacción.
Sólo un tonto o un malvado saca las cosas de contexto, no sé
a qué grupo pertenezca el que subió el video. Pongámonos serios, y analicemos.
El evento se llevó a cabo en ¿dónde creen? ¡Sí, adivinaron, en instalaciones de
la refresquera. Quizás por motivo de alguna inauguración, alguna plática, pero
era un evento interno de la empresa, la cual invitó al preciso. Como se espera
en estos casos, hubo unas palabras por parte de Peña, en la que hablaba bien de
la empresa y hasta admite consumir el producto, no sin dejar de hacer el chiste
que decir eso, a estas alturas, ya no sabe si será bueno o malo para Coca Cola.
Cuando a uno lo invitan a una casa, lo que espera el
anfitrión, es que el invitado se va a comportar y no va a hablar pestes de
nosotros, al menos durante el evento. Y lo lógico, lo natural diría yo, si tus
padres cumplieron con darte una buena educación es que así te vas a comportar.
Vas a casa de alguien y no hablas mal de él o ella, al menos durante el evento.
Ya habrá personas, perdón si les queda el saco, que tienen la necesidad de
hablar mal de los demás para resarcir sus miserias, pero siempre lo harán al
día siguiente o incluso saliendo de la reunión, pero ante el anfitrión serán
toda dulzura…hipócrita, pero educada. ¡vamos! Ni siquiera las amigas, perdón,
los personajes más odiosos de Guadalupe Loaeza serían tan bajas de hacer algo
así.
Entonces ¿por qué desgarrarnos las vestiduras, cual falsos
fariseos, por un acto de elemental educación. Digo, si estas palabras hubiesen
sido dichas durante la Semana de la Salud o en cualquier otro acto público, voy
de acuerdo, pero en este caso ¡por favor!
Ahora que, si ustedes son capaces de ir a las casas a
despreciar o hablar mal del anfitrión, pues díganmelo para borrarlos de la
lista de invitados a mi casa.