No, no voy a hablar de la película, de la cual sólo tomé el
título prestado, aún y cuando el argumento bien podría pasar por una comedia de
las equivocaciones. Me refiero a nuestro “flameante” presidente (es un decir)
Enrique Peña Nieto y al xenófobo candidato presidencial de los Estados Unidos,
Donald Trump.
Apenas el domingo había fallecido JuanGa y ya estábamos
cantando su canción “…pero qué necesidad…” ante la inminente y rauda llegada
del cro-magnon yanqui. Las voces en contra no se hicieron esperar, y Margarita
Zavala, en un acto que muchos calificarán de anticipo de campaña, escribía en
su cuenta de twitter “Sr. @realDonaldTrump aunque lo hayan invitado, sepa que no es bienvenido. Los
mexicanos tenemos dignidad y repudiamos su discurso de odio”. (40K de me gusta,
28K retweet).
En el país todo era nerviosismo, los
más, porque no sabíamos por qué ch… venía el pinche gringo, y peor tantito, en
qué estaba pensando (es un decir) Peña cuando lo invitó. Además, y eso lo
supongo, que los miembros del gabinete también estarían muy nerviosos, ¿cómo se
comportaría el invitado incómodo?, ¿qué repercursiones habría con esta visita? Y
lo más importante ¿cómo se comportaría el pueblo ante Trump? Dicen los que
saben que esta visita la organizó Luis Videgaray, hasta hace rato secretario de
Hacienda, para calmar a los mercados internacionales. Con esto se confirma el
pensar popular “nada bueno puede salir de Hacienda”. Seguramente este exabrupto
fue el que le costó la cabeza.
Para no hacerles el cuento largo,
Trump vino, pisoteó a Peña, nos hizo quedar en ridículo y se fue. En la
conferencia de prensa se veía a un Peña apocado y temeroso, y a un Trump dueño
de la situación. Resulta más que obvio quién fue el ganón. No contento con
ello, y a sólo unas horas de decir aquí en México que sí se hacía el muro, pero
que no se había hablado de quién lo pagaría (zacatito pa’l conejo), dio una
conferencia en Arizona en la que aseguraba que México pagaría por el muro,
aunque no lo supiéramos.
Y por si esto fuera poco, Hillary
declinó la invitación a reunirse con Peña. Lógico, a quién le gusta ser plato
de segunda mesa. Esperemos que esto no traiga consecuencias en la relación con
Estados Unidos, pero viendo que la Hillary tiene un carácter de los mil
diablos, es poco probable que nada pase.
Hoy veo un video donde en el que
Carolina Monroy, presidente del PRI hace un llamado a que no se ataque más al
Señor Presidente. Estoy totalmente de acuerdo, pero para que esto suceda
deberíamos de quitar de en medio a EPN, que es el primero que le falta el
respeto a la figura presidencial. Y no sé si deponerlo sea una buena idea.
Quizás con que lo pongamos en coma sea más que suficiente, después de todo no
habría mucha diferencia con su estado actual.
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