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viernes, 21 de octubre de 2016

La Medalla Belisario Domínguez DEBE ser para Gonzalo Rivas


Luis González de Alba pugnó, hasta su última columna que la medalla Belisario Domínguez, que se entrega a los mexicanos que han servido a la Patria o a la Humanidad, fuese para Gonzalo Rivas Cámara, el ingeniero que perdiera la vida al apagar el incendio que, en el 2012, provocaron estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Con su acción salvó la vida de cientos de personas que se encontraban atrapadas en la manifestación de dichos normalistas, y de pasada salvó a esos ¿inconscientes o malvados? que provocaron el incendio.

La verdad, merecido se la tiene, ya que es un verdadero héroe. Sin embargo, el abogado de los padres de los 43 normalistas desaparecidos,  Vidulfo Rosales, se opone, junto con la CNTE y Morena (qué raro), a que se le entregue a Gonzalo, ya que eso sería “criminalizar a los estudiantes”.

En primer lugar, cómo alguien que se llame Vidulfo se atreve a opinar. Con ese nombre debería estar oculto, avergonzado de la irresponsabilidad de sus padres, o al menos, haber tramitado un cambio de nombre.  Por si su nombre fuera poco, hace falta ser muy ignorante o muy mala leche para enunciar que se “criminaliza a los estudiantes”. O sea ¿no cometieron un acto vandálico, o es que en su pueblo es de lo más normal quemar gasolinerías? Además, los criminales, quisiera creer, fueron otros normalistas, distintos de los 43 desaparecidos. ¿Entonces en dónde está la relación? Es un hecho que las autoridades deben de investigar quiénes fueron los asesinos de Gonzalo Rivas y castigarlos de acuerdo a derecho. No por ser normalistas pueden estar por encima de la ley.


A los senadores les pedimos que dejen fuera “costos políticos” y se sacudan el miedo de tocar a los intocables normalistas. Yo sé que el Negro Iñárritu puede ser una salida fácil, ya que a muchos dejaría contentos sin meterse en líos políticos, pero, sinceramente, no sería lo correcto.

domingo, 26 de junio de 2016

Daños Colaterales

Cuando en la lucha contra el narcotráfico hubo bajas civiles el gobierno minimizó los hechos llamándolos daños colaterales. Obvio, la sociedad engendró en pantera y los políticos de bandos contrarios, especialmente el señor López Obrador, que para eso se pinta solo, se rasgaron las vestiduras, se arroparon en la bandera de la patria y la libertad, y poco faltó para que se lanzaran del castillo de Chapultepec cuales niños héreos. Señalaban la insensibilidad del gobierno y del ejército para con las víctimas de “tan atroz comportamiento”.

Y sí, yo creo que así haya sido sólo un muerto, para esa familia fue todo. A nadie nos consolaría que algún amigo, algún familiar perdiera la vida por actos en los que, en teoría, no debería de haber bajas civiles. Lo cierto es que sería muy difícil que esto pasara. En las refriegas salen balas perdidas, de uno y otro bando, que llegan a causar la muerte de un inocente, por más y que dicho inocente, algunas veces, haya sido también imprudente y se haya acercado a ver qué pasaba.

La cuestión es que me caen muy mal los hipócritas, los tendenciosos. ¿A qué voy con esto? A que si el gobierno, si los demás hacen algo que me moleste, sí reclamo y maximizo las cosas, ¡ah! Pero si yo las hago, entonces están plenamente justificadas. Nos indignamos  contra el gobierno por la desaparición de los 43 pero muy pocos alzamos la voz para manifestar su enojo por la muerte de Gonzalo Rivas, el despachador de la gasolinera que incendiaron los normalistas de Ayotzinapa, que para evitar una tragedia mayor, donde moriría mucha más gente, se sacrificó para cerrar la válvula y murió calcinado. Pero claro, Gonzalo no es capital político para López Obrador.

En Oaxaca hay desabasto en las tiendas. Miles de familias no tienen, literalmente, nada que comer, porque los maestros están bloqueando carreteras, saqueando los camiones que traen víveres, y que ellos consumen, porque una cosa es estar en paro y manifestación y otra es morirse de hambre, no vaya usted a creer. La lucha está primero que los demás, que sufra el pueblo. Los plantones de López Obrador en Reforma dejaron pérdidas a los negocios aledaños, dejando en quiebra a muchos de ellos y sin empleo ni dinero con el cual llevar alimento a sus familias a cientos de personas. Pero eso no le importó al “luchador social, al paladín de los pobres”, sus ideas, sus necesidades y sus deseos egoístas estaban antes que el bienestar del pueblo del que tanto dice luchar. De lengua me como un taco.


Ojalá y la gente que los sigue ciegamente entienda que los agitadores sociales, así como los políticos populistas, sólo buscan su propio beneficio, sin importar a quién tengan que usar, sobre quién tengan que pasar. Con tal de conservar el poder o conseguir mayores privilegios no les importan los daños  colaterales.