Luis González de Alba pugnó, hasta su última columna que la
medalla Belisario Domínguez, que se entrega a los mexicanos que han servido a
la Patria o a la Humanidad, fuese para Gonzalo Rivas Cámara, el ingeniero que
perdiera la vida al apagar el incendio que, en el 2012, provocaron estudiantes
normalistas de Ayotzinapa. Con su acción salvó la vida de cientos de personas
que se encontraban atrapadas en la manifestación de dichos normalistas, y de
pasada salvó a esos ¿inconscientes o malvados? que provocaron el incendio.
La verdad, merecido se la tiene, ya que es un verdadero
héroe. Sin embargo, el abogado de los padres de los 43 normalistas
desaparecidos, Vidulfo Rosales, se
opone, junto con la CNTE y Morena (qué raro), a que se le entregue a Gonzalo,
ya que eso sería “criminalizar a los estudiantes”.
En primer lugar, cómo alguien que se llame Vidulfo se atreve
a opinar. Con ese nombre debería estar oculto, avergonzado de la
irresponsabilidad de sus padres, o al menos, haber tramitado un cambio de
nombre. Por si su nombre fuera poco,
hace falta ser muy ignorante o muy mala leche para enunciar que se “criminaliza
a los estudiantes”. O sea ¿no cometieron un acto vandálico, o es que en su
pueblo es de lo más normal quemar gasolinerías? Además, los criminales,
quisiera creer, fueron otros normalistas, distintos de los 43 desaparecidos.
¿Entonces en dónde está la relación? Es un hecho que las autoridades deben de
investigar quiénes fueron los asesinos de Gonzalo Rivas y castigarlos de
acuerdo a derecho. No por ser normalistas pueden estar por encima de la ley.
A los senadores les pedimos que dejen fuera “costos
políticos” y se sacudan el miedo de tocar a los intocables normalistas. Yo sé
que el Negro Iñárritu puede ser una salida fácil, ya que a muchos dejaría
contentos sin meterse en líos políticos, pero, sinceramente, no sería lo
correcto.
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