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miércoles, 24 de mayo de 2017

Mi Dios es...

¡Alto! Antes de que continúes leyendo haz una pausa. Si eres uno de esos fanáticos religiosos, es mejor que des vuelta atrás, no te vayas a ofender. Una vez hecha esta aclaración, mis cinco lectores se miran consternados, esperaban poder ser un poco más. No modo, chicos, ahí será para la próxima.

Bueno, pues tengo que admitir que mi Dios es un blandengue. Sí, como lo oyen. Y conste que no lo estoy comparando con Zeus, Júpiter o sus colegas, que son palabras mayores. Berrinchudos, caprichosos y  abusadores sexuales, y sin embargo sus fans los adoraban, literalmente.

No, yo lo comparo con los de las religiones actuales. No es como el Dios que los curas católicos adoran, un Dios vengativo para el que todo es pecado y motivo de condena. No hay cosa que sea placentera que no sea pecado. Tampoco se parece al de los judíos, con sus miles de normas, dispuesto a castigar al que rompa con la más mínima de ellas, sin olvidar las siete plagas con que asoló Egipto porque los egipcios no querían prescindir de su mano de obra barata.  Ni punto de comparación con el de los musulmanes, que incita al odio y al exterminio de los infieles, o sea, los que no creen en Alá (hecha la aclaración varios de mis amigos respiran tranquilos).

No tiene nada que ver con el de los cristianos, y aquí englobo las diversas vertientes, que condena enérgicamente a los homosexuales, como si Él no los hubiera creado. Y qué decir con el de los Testigos de Jehova, que se enoja por el simple hecho de que no lo llamen por su nombre.

No, el mío no hace nada de eso. Se limita a decir “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y promueve la paz y la hermandad entre los hombres, sin distinguir su credo, su color de piel o sus preferencias sexuales, por ejemplo.


Quizás no sea el más terrible ni el más imponente, pero si todos siguiéramos sus enseñanzas, el mundo sería un mejor lugar para vivir.

jueves, 9 de febrero de 2017

El amor está en el aire

https://www.facebook.com/252495901486460/videos/1174512712618103/


El sábado una amiga subió este video. Para los que les de flojera verlo o en caso de que la liga ya no lleve a ese video se los platico. En pocas palabras se trata de que, en pleno vuelo, el piloto de un avión sale de la cabina, llama a una de las azafatas y le propone matrimonio. Fin.

La historia es sencilla y dudo mucho que esté nominada para los Óscares (los Premios de la Academia, dirían algunos reporteros que suelen ser medio mamertos). El video hubiera pasado de largo en mi vida si no fuera por los comentarios que leí, y los que siguieron a mi propio comentario.

Muchos daban por hecho de que los iban a correr, y otros más estaban de acuerdo en la acción pero reprobaban el  que lo hubieran subido a las redes sociales. Mi comentario fue que no entendía la razón por la que los iban a correr, después de todo el acto, que duró dos minutos, en ningún momento ponía en riesgo a los pasajeros. Porque, digo, si el piloto hiciera este show mientras el avión se está desplomando o los motores se incendian voy de acuerdo. Tampoco estaban pasando por una turbulencia ni había terroristas islámicos pretendiendo secuestrar el avión.(Es Volaris. Dudo que ningún terrorista en su enfermo juicio, se suba a un avión de Volaris, y menos para secuestrarlo).

La respuesta a mi comentario, por parte de un estimado amigo mío, fue la que provocó que surgiera esta entrada (si no les gusta, échenle la culpa a él). Después de dimes y diretes, el resumen de su respuesta fue: Están rompiendo las reglas corporativas.

¡Háganme el C. Favor! Quizás el hecho de que yo no trabaje...en una empresa, aclaro, sea lo que me impide entender el protocolo corporativista, pero, la verdad, escapa de mi entendimiento cómo un evento de esta naturaleza puede ofender a los directivos de una empresa. Fueron dos minutos, el avión no está en peligro, y por si fuera poco hay otros dos tipos (o tipas, que ya empiezan las mujeres a ganar terreno) que saben controlar la aeronave, sin contar con el famoso "piloto automático". Además el piloto no se bajó del avión ni se fue al área de carga. De hecho llamó a su galana para él no despegarse de la puerta de cabina, o sea que, si hubiera una emergencia, en 15 segundos, a lo mucho, estaría en su puesto de trabajo. Incluso yo sugerí que la empresa podría usar el video para su publicidad de febrero.

Circula también por la red un video en el que nos explican por qué en Alemania no había Wal-mart, y en uno de sus puntos decía que las políticas de esa cadena prohibían el romance entre compañeros. Y las autoridades alemanas decían "¿Quiénes somos nosotros para interponernos en el amor entre dos personas?" Lo mismo le pregunto, no sólo a las aerolíneas sino a todos aquellos que estaban de acuerdo en que despidieran a los tortolitos.

La cuestión es que, más allá de diferencia de opiniones, me alarma el grado de rigidez de muchas empresas y otras tantas personas. ¿Podemos ser tan severos con conductas que, si bien están fuera del protocolo, tampoco es que se den a diario? ¿Por qué el espíritu de Torquemada nos posee si vemos un video en el que un policía, de una clínica del IMSS está bailando? ¿Será que la amargura de ser políticamente correctos se ha apoderado de nuestro corazón? Insisto, ser políticamente correctos es muy peligroso. La gente se llega a hartar de vivir así, y luego votan por el primer payaso que dice lo que muchos piensan, pero que por el terror de ser señalados, prefieren callar.