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martes, 28 de junio de 2016

El video de Ecatepec

Hoy vi un video en el que habitantes de Ecatepec golpean a un par de asaltantes. Les dan la guamiza de su vida. Incluso les saltan encima, buscando romperles las costillas. Todo esto antes de que llegue la policía y se los lleve. Entre la gente que se generó justicia por su propia mano había uno que estaba pensando en prenderles fuego. Seguramente lo vieron porque se hizo viral de inmediato.

Leí los comentarios y la mayoría de las personas que vieron el video les aplaudían, incluso algunos comentaban que qué bueno que a los justicieros les difuminaron la cara para que luego la policía no vaya a arrestarlos.  Por un lado me alegré del escarmiento propiciado a estos tipejos (diría malandrines, pero me voy a escuchar muy viejo), pero por el otro me preocupé. Vayamos por partes, diría Jack el destripador.

Me alegra que la gente no se deje y castigue de un modo más eficaz a esta escoria de la sociedad. Me alegra que estos tipos no se hayan salido con la suya ni la hayan pasado nada bien. Una de cal por las que van de arena. Ya estamos hasta la m…atrona de que a diario haya robos, asaltos, homicidios. No es posible que lo que nos cuesta tanto ganar, estos sátrapas se lo lleven en un momentito. Quizás el video sirva de advertencia.

Pero por el otro lado me preocupan varias cosas. La primera es la incapacidad, siendo generosos, que tiene la autoridad responsable para frenar la ola de violencia. No es raro el caso en el que la policía está coludida con estos sujetos.  Son ineficaces para poder armar un expediente que mantenga en la cárcel a los delincuentes, por no hablar del sistema penitenciario, que lejos de ser un centro reformador, más bien parece una escuela de hampones. Ante este panorama, es lógico que la gente se sienta emp..eñada en procurarse justicia por su propia mano.

Y  de lo anterior deriva mi segunda preocupación. Qué tan harta tiene que estar la gente como para tener que cometer un delito para frenar otro delito. Porque seamos sinceros, golpear a un semejante no es una acción muy cotidiana y normal, que digamos. De hecho quien así actuase, en general, se convertiría en el blanco de las críticas de los demás. Sin embargo, cuando alguien golpea, tortura o incluso mata a un delincuente, para la opinión pública se convierte en héroe. En una sociedad que conviviera en paz y tranquilidad, y vuelvo al tema, en el que las autoridades cumplieran con su obligación, esto nunca debería de pasar. Lamentablemente, como en todos los ámbitos del país, el gobierno ha sido rebasado.

Lo que nos lleva a una tercera preocupación. Los ánimos están muy caldeados. La gente está enojada, no sólo por la inseguridad sino por todo. Lo vemos a diario en los comentarios en internet. No hay noticia, blog o columna periodística en que no haya al menos unos cinco haters de vocación. A veces son los mismos cinco que navegan de página en página sin más motivación que fastidiar al prójimo. Y ahí es donde los encargados de seguridad pública deben de ver los focos rojos y hacer su trabajo. Ven que la niña es facilita y encima le ponen reggaeton.

Y lo que más me alarma son estos ajusticiamientos por mano propia. Basta que alguien diga que una persona le robó o le faltó al respeto, y la masa puede linchar a un inocente. Es algo que ya ha pasado y debemos tener mucho cuidado. Una masa no entiende razones, y enojada, menos. Y esto sin contar que los linchamientos populares pueden ser usados como medios de venganza, para muestra las brujas de Salem.


En resumen, las autoridades se tienen que poner a hacer su trabajo, dejarse de amafiarse con los delincuentes y proveernos de seguridad, que a final de cuentas para eso es que los ciudadanos les dimos la autoridad de regularnos, según está estipulado en el Contrato Social. (ver  a Jean-Jaques  Rousseau).

jueves, 23 de junio de 2016

Violencia

Vivimos en un mundo violento.  Y no, no podemos decir que es por los tiempos modernos, el tipo de vida, etc. La violencia ha estado presente a lo largo de nuestra existencia. Si creemos en los relatos Bíblicos, vemos cómo desde el principio Caín asesina a su hermano Abel por celos. Si no tenemos creencias religiosas, basta ver cualquier libro de historia: Los hititas, los fenicios, los egipcios, griegos y romanos. Todas las civilizaciones antiguas han basado su crecimiento en base a las guerras.

Y podemos seguirnos con las Cruzadas de la Edad Media, las consolidaciones de los reinos europeos, el colonialismo, las guerras mundiales, y un sinfín de conflictos bélicos, unos más grandes e importantes que otros, pero todos dejando a su paso muerte y destrucción.

Napoleón, Alejandro Magno,  Anibal,  nombres de guerreros que han ocupado el título de grandes héroes, o Hitler, en el bando de los villanos. Pasamos más tiempo estudiando sus acciones que las de Pasteur, Fleming o los esposos Curie. ¿Acaso valoramos más el arrojo de los belicosos sobre la inteligencia de los estudiosos?

Podemos preguntarle a los niños quién quisieran ser, si Napoleón o Gandhi. La mayoría se va a ir por Napoleón. Hay algo en la violencia, en oprimir al otro que nos fascina. Nos gusta sentirnos poderosos, aun si eso conlleva a pisotear a los demás, de hecho podría atreverme a decir que justo por eso es que nos satisface ser poderosos.

La verdad hacer un estudio sobre la violencia sería hacer una seria investigación y terminaría con un escrito mucho mayor a una simple entrada de blog, el tema da para más. Tampoco pienso hablar, al menos el día de hoy, de los hechos violentos que estamos sufriendo en nuestro país.

De lo que quiero hablar el día de hoy es de un caso de violencia que  es mucho más chico, por el número de participantes, dos, quizás tres y en el cual no se usó ningún arma, pero que no por ello deja de ser importante. De hecho es muy importante, porque es el primer eslabón hacia violencias mayores. En días pasados salió a la luz un video en el que vemos a una mujer regañando a una niñita de no más de tres años. Al principio le grita e insulta, pero como la niña no puede subir el escalón, le da un zape, la zarandea  y finalmente le da una patada. La persona que la estaba grabando insulta a la madre.

Este es un hecho de violencia familiar, uno sólo de tantos que se dan alrededor del mundo, y que gracias a la red llegó a ojos de las autoridades competentes que están evaluando el asunto. Al respecto, y es mi opinión, la niña debe seguir con su familia, pero que le adviertan a la mujer que podría ser arrestada si vuelve a tocar a la niña y que la van a tener mega vigilada para asegurarse de que esta conducta no vuelva a pasar. Y que la autoridad lo cumpla, que es donde se les complica la cosa. Llevar a la pobre niña a un internado del DIF es como condenarla a prisión. Sabemos los horrores que le tocaría vivir en alguno de esos lugares.


Estos hechos, que no por cotidianos  son pecata minuta, deben ser erradicados de todas las sociedades, pues como ya mencioné son el primer encuentro de los niños con la violencia, mismo que repetirá con sus hijos, además de que puede ir escalando en otros ámbitos. Promovamos la paz y la tolerancia.