viernes, 23 de septiembre de 2016

Hipócritas

Una mujer llega a su casa al día siguiente después de pasar toda la noche fuera. Su marido le pregunta que dónde estuvo, a lo que ella contesta que en casa de una amiga. Mientras ella se baña, el marido toma su celular y le marca a las 10 mejores amigas para preguntarles si su esposa estuvo con ella y todas lo niegan. Una semana después el marido llega a su casa después de toda una noche fuera. Cuando su esposa le pregunta dónde estuvo, él responde que en casa de un amigo. En cuanto él se baña, toma su celular y le marca a 10 de sus amigos para preguntar si su esposo estuvo con él. 7 de ellos respondieron que sí, dos de ellos incluso le dicen que acaba de salir hace quince minutos y el otro le asegura que todavía está con él. ¿Moraleja? Entre hombres somos más solidarios entre amigos.

El cuento viene al caso por la reciente #LadyCoralina , una chava que, en su despedida de soltera, se besó con uno de los invitados. Hasta aquí, nada anormal; nada que no suceda en casi todas las despedidas, tanto de soltero como de soltera, que la cachondez no distingue géneros. El problema es que una “amiga” de la novia (con amigas así para qué quiere enemigas) tomó un video y lo subió a las redes, rompiendo dos juramentos inquebrantables (ya ni Snape, y eso que corría peligro su vida). El primero, es el de la lealtad a tus amigos, rompió la confianza que debe haber entre tus cuadernos de doble raya. El segundo, el que aplica para todas las fiestas y  sociedades privadas: “lo que pasa en Las Vegas, se queda en las Vegas”, o en el lugar donde ocurran los hechos.

Este problema se ha agudizado con el uso de la tecnología. Ahora cualquier baboso, por decir lo menos, delata nuestras acciones y las sube a la red. Podrá decirse que lo que hizo Emma, que así se llama la novia, es traición y lo que gustes, pero hay que entender el contexto. El video sólo muestra una parte, muy pequeña de todo el universo que compone la acción. No nos consta si los novios ya lo habían acordado o no, no sabemos si fue un reto en un juego, sí, atrevido, pero un juego al fin. También pudo haber sido un error, un dejarse llevar por el momento, por el alcohol, qué se yo. Por lo que haya sido, le salió caro a Emma, pues el novio, al verse exhibido ante la red, canceló la boda. Cuántos de nosotros no hemos cometido errores que, para nuestra fortuna, nadie capturó en una imagen.

Entonces el problema no es cometer errores, sino que haya alguien que con mala leche o con una gran estupidez, decida balconearnos. ¿Qué derecho te da exhibir a los demás cometiendo una falta? ¿Te sientes tan poca cosa que necesitas mostrar que los demás cometen errores para poder bajarlos a tu nivel? ¡Qué ching….s te importa! Y aplica tanto para este caso como para el graciosito que le tomó la foto a la señora que se quedó dormida en una sala de espera, como para Arné y su periscope. De verdad que esta gente confunde libertad con libertinaje.

Pero la responsabilidad no termina en el descerebrado que captura el momento, sino en la bola de cobardes que, amparados por el anonimato de la red, se dedican a convertirse en jueces y señalan con saña los errores ajenos. Estos jueces “de la verdad” que ni siquiera se atreverían a insinuar que lo hecho estuvo mal si tuvieran a la persona enfrente. Y no conformes con ello, deciden que “la sociedad” debe juzgar a estas brujas y difunden las imágenes por toda la red, para escarnio del “pecador”.


La verdad, si te llega un video o unas fotos en las que se cause daño a la imagen de una persona, y que además no está cometiendo ningún delito, no seas tan bajo como para compartirlas. Piénsalo, el siguiente podrías ser tú. Por eso #YoRespeto .

1 comentario: