La Cumbre de Líderes de América del Norte ha sido una
pesadilla para Enrique Peña Nieto, tanto por el desprecio de sus colegas como
por las muestras de rechazo, ya sea de la gente en las calles como en internet.
Y es que el papel de los medios, así como de las redes
sociales, ha sido decisivo en el linchamiento hacia su persona. Y no voy a
decir que no se lo merece, después de todo la corrupción que aqueja su
gobierno, así como el cinismo con el que se ufanan de sus propiedades nos tiene
optudimoder.
El desprecio de sus colegas quedó en la máxima evidencia cuando
al subir al estrado, el presidente
mexicano señala con asombro al castillo canadiense, y los mandatarios
norteamericanos parecen ignorarlo. Cuando se retiraban, Peña Nieto bajó, pero
Obama y Trudeau permanecieron conversando arriba, por lo que Peña tuvo que
regresarse a escuchar la conversación. ¿Torpeza política del anfitrión o
mala leche de Trudeau y Obama? El clamor popular indica que fue lo segundo. No
faltará quien se envuelva en la bandera del nacionalismo, y con voz de Libertad
Lamarque digan que con ese acto han ofendido a México. Nada más lejos de la
realidad. Una de las ventajas del gobierno de Fox es que dejamos de ver al
Presidente como el Gran Tlatoani, por más que Peña y su equipo se hayan
empecinado por volver a esos tiempos. Eso sí, que no se metan con nuestra
Bandera porque ahí sí que les andamos partiendo la mandarina en gajos.
Hubo otro
incidente con Obama. Se nota que el morenazo le trae ojeriza a Peña. EPN alerta
sobre el populismo y en su discurso posterior Obama se declara populista. No,
por favor, no se rían. Se que el chiste se cuenta solo, pero Obama lo dijo muy
en serio. Claro, que hay que entender que no lo hizo por mala leche, al menos
no con plena conciencia, y se debió más a un error de sintaxis. Obama dice ser
populista porque está cerca de la gente y quiere dar beneficios a los más
pobres. Noble forma de actuar que está muy lejos de la definición de populista,
al menos de la que tenemos en México. Aquí populista es el político que promete
cosas que sabe son imposibles de realizar, pero que es lo que el pueblo quiere
oír. Con tal de que voten por él promete y promete, al fin que prometer no
empobrece, y cuando llega al poder nada cambia, y si acaso hay cambios, son a
costa de la estabilidad económica o social del país. No analizaré a López
Obrador ni a Chávez porque hay gente que se acalambra con ello. Tampoco hablaré
de Nicolás Maduro porque él no es un político populista, vaya, que ni siquiera
es un político, sólo es un títere puesto en el poder. Entonces tomemos un caso
más internacional, Boris Johnson y Nigel
Farage, líderes ideológicos del Brexit, mintieron y manipularon para que su
opción fuese votada, prometieron que ya no iba a haber inmigrantes si salían de
la UE, cuando la realidad comercial de Reino Unido con Europa hace imposible
esta opción. Así pues, que los políticos populistas le cuestan mucho a sus
países, y si no, basta recordar la docena trágica, los sexenios de Echeverría y
López Portillo. Así que no, señor Obama, usted no es populista, por más apoyo
que quiera dar a los pobres. De hecho un presidente de Estados Unidos no puede
ser populista, se tendría que romper con muchos paradigmas sociales que
componen la idiosincrasia yanqui.
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