Una de las muestras de que mi blog no tiene mucha difusión
es que no tengo Haters. Y no, no es queja, sólo es observación. Porque tarde o temprano a cualquiera le cae
esta plaga. No sé a ciencia cierta si es una “evolución” de los trolls o son un
híbrido. El caso es que todo lo tienen que andar criticando.
Hace tiempo tenía la teoría de que estas personas insultan y
se pelean con los demás al amparo del anonimato que generan las redes sociales.
No saben con quién están tratando, así que no dudan en ofender, sin importarles
si lastiman sentimientos, total, ellos sólo están interactuando con una
pantalla. Yo creía que si estas personas se encontraran frente a frente con
alguien no se atreverían a humillar a los demás y se limitarían en su lenguaje.
Y no dudo que la mayoría sí actuaría de
esta forma, pero después de conocer a tontos #ladys y tantos #lords me doy
cuenta que hay gente que está peleada con la vida y es de temperamento agresivo
y arrogante.
Y estos son los que vemos en las redes sociales, pero
cuántos más no habrá, villanos anónimos que pasan por la vida imponiéndose
sobre los demás. Las reglas de convivencia dicen que tus derechos terminan
donde empiezan los de los demás, pero a estos patanes parece tenerlos muy sin
cuidado.
Y todo comienza con la educación, primero, la de la casa,
que se refuerza con la de la escuela. Y aquí es donde la puerca tuerce el rabo.
Si vemos a los vándalos que, so pretexto de la reforma educativa se dedican a
robar, quemar y agredir a la ciudadanía, en sus bienes y en sus personas, ¿qué
podemos esperar que aprendan sus alumnos? Y conste que estoy consciente que no
todos los maestros son vándalos ni todos los vándalos que acuden a estas marchas
son maestros. Pero los medios de
comunicación, y la sociedad en general, así lo perciben. ¿Qué ejemplo, con qué
autoridad moral pueden pararse frente a su clase y decirle a los niños que
tengan un comportamiento ejemplar?
Debemos educar a nuestros hijos, sí, a que defiendan sus
derechos, pero de forma pacífica, sin
pasar por encima de los demás. Tenemos que ser ejemplo para ellos de que las
diferencias se pueden arreglar sin violencia, sin gritos ni golpes. Cada día
estamos más desquiciados, reaccionamos más violentamente y estamos más
asustados, y el miedo genera odio y rencor (y es el camino al lado oscuro, de
acuerdo al Maestro Yoda). México está bastante enojado, y sí, mucha de la culpa
la tienen los gobernantes, pero, por nuestro bien y el de nuestros hijos, tratemos
de serenarnos, de recordar que somos seres pensantes y actuemos como tal. Ya demasiada violencia hay
en el cine, en la tele, en los videojuegos, como para aumentar la dosis
nosotros (aunque la que realmente influye es la nuestra, no queramos echarle la
culpa a los medios).
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