¡Ay, Bronco!

Pues sí, el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodriguez, El Bronco, eructó la frase “A las niñas gordas no las quiere nadie”, y aunque ante la ola de indignación de medios y redes sociales “aclaró” que se refería a las adolescentes  que quedaban embarazadas, el quemón que se dio ni Dios Padre se lo quita. Y es que, siendo sinceros, la aclaración no vino a mejorar las cosas. Lo digo con Peña Nieto y ahora con El Bronco ¿qué no tienen asesores que les digan que eso no se puede decir? ¿O quizás es tanta la soberbia de estos personajes que creen estar más allá del bien que del mal?

Y es que el tema del peso es un asunto que le pega fuerte a las mujeres. No importa qué tan delgada esté una mujer, insinúale que está gorda y se sentirá Vitorino en versión femenina. No en balde los problemas de bulimia y anorexia han crecido alarmantemente, y lo peor, es que se presentan en edades cada vez más tempranas.

Es vox populi que si tu mujer (novia, amante, concubina) te pregunta que si con ese vestido se ve gorda, por nada del mundo se te ocurra decir que sí, por más que parezca tamal mal envuelto. Por más que te remuerda la conciencia por mentir y quieras suavizar las cosas diciendo “un poquito”, ¡detente!, salvo que quieras ocasionar un grave problema de pareja del que, te aseguro, no saldrás bien parado por el resto de tu vida.

Esto es una verdad bien sabida por todos los hombres, al menos los hombres prudentes. Ahora que, si a la receta le agregamos que fue dicha en los medios de comunicación el caos es total. Y es que se debe de ser muy cuidadoso cuando se hable en público, aunque sea  a nivel estatal, ya que por la inercia de la aldea global, pronto se sabrá en el resto del país. De hecho no dudo que alguna gordita  rumana ya esté echando pestes contra el gobernador, y preguntándose cuándo el pueblo de México le dará a este señor el mismo trato que a Ceausescu.

Porque además, y lo digo sin afán belicoso, no se limitó a decir que las gorditas son feas, por ejemplo, sino que en su lugar dijo que nadie las quería. Tómala barbón. Porque este tema es aún más delicado, y no sólo en el corazón de las gorditas, sino también en el de las flaquitas, las altas, bajitas y demás cualidades que componen el cuerpo humano. Y aquí sí que somos totalmente democráticos. A nadie, sea hombre, mujer o quimera nos gusta saber que no nos quieren por tal o cual característica física. Muchos prefieren que les mienten la madre a que les digan que no los quieren.

Y es que no es un asunto menor. Tiene mucho que ver con la autoestima, pero también con el sentimiento de aceptación de los demás. De ahí el gran daño que causa el bullying. Cuando te sientes rechazado, cuando sientes que vales menos que nada tu enojo aumenta hasta explotar. Algunos lo harán huyendo de su casa, otros se refugiarán en las drogas y algunos más, los extremos, con matar personas en un club gay, por ejemplo.

Es por eso que como padres, familiares o amigos debemos estar pendientes de los nuestros, de nunca hacerlos sentir que son menos valiosos y que no son queridos. Es por esto que las palabras del Bronco son una reverenda estupidez.

Y ya no me sigo con la aclaración, que más bien parece sacada de una película de los Hermanos Marx.  Hubiera sido más noble una sincera disculpa pública. Señor Jaime Rodríguez, usted dice que a las niñas gordas no las quiere nadie. Pues sepa que a los políticos insensibles y estúpidos, tampoco.